Tamarix aphylla (L.) Karst
Thuja aphylla L., T. orientalis Forssk., T. articulata Vahl, nom. illeg.
Esp.: Taray áfilo, taraje, atarfe. Fra.: Tamaris aphylle, éthel. Ing.: Athel tamarisk, athel tree. Ara.: Athel, atel, athl, ethel, tlaya, laâdab, obadah, firseghé (Hassanía), abl, athl, bigm, fareq, tarfa, ubal (los 6 últimos en Sudán), fersik (Níger). Tam./Tamahaq: Tabarrakat, tabarrakar, tabrakat, tabarekat, takut, tamimmait, taemiyôt, azawa, amaï, ammemaï, afersig, dosso, atila.
Árbol perennifolio, hermafrodita, de hasta 15-20 m de altura e incluso más en condiciones particularmente favorables, de porte irregular, pero con copa más o menos redondeada y generalmente un poco colgante. Tronco robusto de hasta 2 m de diámetro en los ejemplares centenarios de algunos oasis. Corteza grisácea, lisa en las ramas jóvenes y profundamente agrietada longitudinalmente en tronco y ramas primarias. Ramas extendido-erguidas, con cierta frecuencia péndulas. Ramillas más jóvenes verdes, muy delgadas. Hojas de unos 2 mm ligeramente carnosas, muy delgadas, sésiles, glaucas, con forma de ancho y delgado anillo aplicado que abraza a la ramilla. Las ramillas tienen así un aspecto articulado y sin hojas, lo que hace a esta especie inconfundible dentro de la compleja variabilidad del género Tamarix. Flores muy pequeñas, dispuestas en racimos delgados y largos (30-60 × 4-5 mm), que crecen directamente sobre las jóvenes ramillas. Flores subsésiles, pentámeras, con 5 pétalos elíptico-oblongos u ovado elípticos, blancos y 5 estambres. Disco estaminal holólofo, aunque a veces los lóbulos del disco no se aprecian bien. Fruto en cápsula ovoide relativamente pequeña (2,5-3,5 mm), que encierra semillas diminutas, numerosas, con un penacho de pelos blanquecinos unicelulares.
Floración:
junio-diciembre.
Fructificación:
julio-enero.
Hábitat:
Terrenos desérticos con cierta humedad edáfica, básicamente en lechos y márgenes de ríos, pero también en campos de dunas poco móviles, que estos mismos árboles fijan.
Distribución:
Región saharo-arábica y zonas más secas de la región mediterránea, llegando por el E hasta Pakistán. En el N de África su distribución es muy amplia, pues comprende casi todo el desierto del Sahara, alcanzando por el N el Mediterráneo en algunos puntos de Marruecos oriental, Túnez, Libia y Egipto.
Observaciones:
Árbol de extraordinarias cualidades para fijar dunas, ha sido utilizado aquí y allá con este fin por todo el Sahara (Marruecos, Argelia, Libia, Egipto, Sudán, Eritrea). También por su gran porte fue plantado como ornamental en las plazas y calles principales de los pueblos saharianos.
Este árbol soporta mal la salinidad del agua, siendo pues poco apropiado para la protección de los márgenes de las sebkhas y otros saladares. Sin embargo, aguanta muy bien sequías prolongadas, desarrollándose vigorosamente en los campos de pequeñas dunas, donde su valor como fijador de la arena resulta fundamental. En estos campos llega a establecerse un auténtico equilibrio duna-árbol, en el cual si faltase un elemento desaparecería el otro. El equilibrio es simple pero delicado: cuando la arena cubre el reseco suelo del desierto, tras la lluvia el agua se filtra rápidamente hasta llegar al suelo, donde permanece bastante tiempo debido a la protección contra la insolación que le proporciona la capa de arena que lo cubre. Esta humedad, más persistente debajo de las dunas que fuera de ellas, es aprovechada por los árboles para poder sobrevivir; sus raíces atraviesan la arena en todas direcciones hasta distribuirse ampliamente por el húmedo suelo. Estas raíces a su vez contribuyen a fijar la arena y la parte aérea del árbol detiene las partículas de arena que arrastra el viento, haciendo que se acumulen en su base. Así, en perfecta armonía, el árbol crece a medida que va creciendo la duna. Si el árbol se tala, la duna que ha estado detenida durante años e incluso siglos, comenzará a moverse, sepultando a su paso pastos, cultivos y vías de comunicación. Por ello, la protección y repoblación masiva con estos árboles en los campos de dunas o sus márgenes debiera ser prioritaria en muchas regiones saharianas, siempre y cuando no afecten a otras especies de ecosistemas tan valiosos como los bosquetes de Calligonum calvescens del Gran Erg oriental.
Estado de conservación:
Esta especie es común y de amplia distribución, no se considera amenazada. En la Lista Roja de Especies de la UICN está catalogada como Preocupación Menor (LC) a nivel global (Harvey-Brown, 2022).